viernes, 14 de diciembre de 2012

Un sueño

Los alumnos de 3ºA nos desean unas Felices fiestas con sus mejores deseos, para ello han escrito este poemilla entre todos...
Si toda la vida es sueño
y los sueños te hacen feliz
y los sueños te hacen vivir...
Deseo una sonrisa,
deseo una mirada,
que sea el odio pequeño,
un mundo sin corrupción
¡quiero un CD de Ramstein!
quiero vivir en Corea
¡dos entradas para el Barça!
que no llueva en Navidad,
...trabajar de lo que quiera...

Quiero que me quieras tú,
que sea el amor eterno,
que si llegas nunca huyas...

Quiero poder olvidar...

Ver caer trozos de nube
volar a través del viento.

Quiero poder recordar...
¡¡¡Felicidad en Navidad!!!

martes, 11 de diciembre de 2012

Buen hablar



autora: Paula Garrido, 3ºA
Sandra y Lucía eran dos hermanas que vivían en un pequeño pueblo en los Pirineos. Pese a ser hermanas, Sandra y Lucía eran muy diferentes. Lucía era una chica terca, egoísta y confiada de sí misma. Pese a su mala actitud, era la favorita de su madre, la cual tenía una actitud muy parecida a la de Lucía. Sandra, en cambio, era una chica tranquila, bondadosa y amable con todo el mundo. Pero, al parecer, esa positividad no gustaba a su madre, y por eso siempre la trataba con desprecio.

Un día las dos hermanas fueron a la fuente que hay en lo alto de una colina para ir a coger agua. Al volver a casa, Lucía iba paseando con su cubo lleno cuando una anciana se acercó para pedirle un poco de agua porque estaba muy sedienta. Lucía se empezó a reír y le dijo que ni lo soñase, que esa agua era suya. La anciana, para vengarse, le echó una maldición: “cada vez que de tu boca salgan palabras desagradables y ordinarias, a la vez, de tu boca saldrán sapos y culebras”. Al rato, pasó por allí Sandra, quien también llevaba su cubo lleno. Entonces, la misma anciana la paró para pedirle un poco de agua. Sandra le dio todo el cubo de agua y le dijo a la anciana que no le importaba ir a llenar otro cubo. La anciana, para agradecérselo, hizo un hechizo: “cada vez que de tu boca salgan palabras bonitas y llenas de amor y generosidad, a la vez,  van a salir diamantes y perlas.

Y así fue como Lucía aprendió a ser más amable con la gente y a parecerse un poco más a su hermana Sandra, con quien mejoró la relación.

Los niños y el bosque

autora: Laura Tomàs 1º A
Había una vez unos niños que organizaron una excursión por el bosque junto a sus padres. La idea era llegar hasta un merendero donde comerían, además como les gustaba mucho el bosque aprovecharían para jugar tranquilamente y observar las flores y los animales. A las nueve de la mañana emprendieron el camino de la excursión Pablo, María, Aleix y sus padres y madres. El camino era precioso ya que tenía un paisaje muy bonito, aun así los chicos al cabo de un rato empezaron a cansarse y a preguntar: - “Mamá, ¿cuánto falta? – decía María. - “Estoy muy cansado”- se quejaba Aleix. - “¡Queremos descansar!”- añadió Pablo. - “Esperad un poco que ya no falta mucho para llegar a l merendero y poder descansar”- les respondió el padre de Pablo. - “Vale”- respondieron los tres a coro. Al cabo de un cuarto de hora llegaron al merendero y sacaron la comida que llevaban y comieron muy bien allí. Cuando terminaron de comer los niños se fueron a jugar. Se adentraron en el bosque, un poco lejos del merendero, estaban tranquilos jugando cuando se les acercó una ardilla. Y para su asombro la ardilla ¡les habló! Les dijo: - Tenéis que ayudarme por favor, nuestro bosque está en peligro. Unos hombres quieren talar los árboles y si lo hace nosotros los animales no tendremos dónde vivir. –les explicó la ardilla. Los niños, aún sin recuperarse de su extrañeza por ver a una ardilla hablar, le respondieron que ya pensarían alguna forma de ayudarles. A María no tardó mucho en ocurrírsele la idea de decírselo a sus padres, pero Aleix y Pablo dijeron al unísono: - ¡No nos creerán! Después de un rato de charla y debate a Pablo se le ocurrió la siguiente propuesta: - Primero podemos manifestarnos delante del ayuntamiento y si todavía no nos hacen caso venimos al bosque y nos encadenamos a los árboles. - Por mí está bien. – respondió Pablo. - Sí, yo también estoy de acuerdo- dijo María. Aquel día regresaron a casa pero al día siguiente estaban delante de la puerta del ayuntamiento con unas pancartas. Pero lo cierto es que nadie les hizo ningún caso, así que decidieron pasar al otro plan. Antes de hacerlo se les ocurrió pedir ayuda a sus compañeros del colegio, ya que pensaron que cuantos más fueran más posibilidades de éxito tendrían. Al principio sus compañeros no los creyeron pero accedieron a acompañarlos al bosque y al ver a la ardilla parlante se unieron a ellos y todos se encadenaron a los árboles. Cuando los leñadores llegaron con sus máquinas les dijeron a los niños que se fueran porque había que cortar esos árboles. - ¡De ninguna forma!- dijo María. Aquí viven animales y si taláis los árboles no tendrán dónde vivir y morirán. - Sí, no vamos a movernos. –gritaron todos los demás. Estuvieron mucho rato hablando sin llegar a un acuerdo pero los chicos no dieron su brazo a torcer y continuaron encadenados a los árboles. La noticia corrió por el pueblo y más gente se unió a la protesta de los chicos. Finalmente llegó al lugar concejal de medio ambiente del ayuntamiento que al ver todo aquel alboroto ordenó parar la tala de los árboles y prometió que dejarían el bosque tal y como estaba. Todos estuvieron muy contentos y Pablo, María y Aleix regresaron a sus casas muy felices de haber ayudado a los animales. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.