autora: Laura Tomàs 1º A
Había una vez unos niños que organizaron una excursión por el bosque junto a sus padres. La idea era llegar hasta un merendero donde comerían, además como les gustaba mucho el bosque aprovecharían para jugar tranquilamente y observar las flores y los animales.
A las nueve de la mañana emprendieron el camino de la excursión Pablo, María, Aleix y sus padres y madres. El camino era precioso ya que tenía un paisaje muy bonito, aun así los chicos al cabo de un rato empezaron a cansarse y a preguntar:
- “Mamá, ¿cuánto falta? – decía María.
- “Estoy muy cansado”- se quejaba Aleix.
- “¡Queremos descansar!”- añadió Pablo.
- “Esperad un poco que ya no falta mucho para llegar a l merendero y poder descansar”- les respondió el padre de Pablo.
- “Vale”- respondieron los tres a coro.
Al cabo de un cuarto de hora llegaron al merendero y sacaron la comida que llevaban y comieron muy bien allí. Cuando terminaron de comer los niños se fueron a jugar.
Se adentraron en el bosque, un poco lejos del merendero, estaban tranquilos jugando cuando se les acercó una ardilla. Y para su asombro la ardilla ¡les habló! Les dijo:
- Tenéis que ayudarme por favor, nuestro bosque está en peligro. Unos hombres quieren talar los árboles y si lo hace nosotros los animales no tendremos dónde vivir. –les explicó la ardilla.
Los niños, aún sin recuperarse de su extrañeza por ver a una ardilla hablar, le respondieron que ya pensarían alguna forma de ayudarles.
A María no tardó mucho en ocurrírsele la idea de decírselo a sus padres, pero Aleix y Pablo dijeron al unísono:
- ¡No nos creerán!
Después de un rato de charla y debate a Pablo se le ocurrió la siguiente propuesta:
- Primero podemos manifestarnos delante del ayuntamiento y si todavía no nos hacen caso venimos al bosque y nos encadenamos a los árboles.
- Por mí está bien. – respondió Pablo.
- Sí, yo también estoy de acuerdo- dijo María.
Aquel día regresaron a casa pero al día siguiente estaban delante de la puerta del ayuntamiento con unas pancartas. Pero lo cierto es que nadie les hizo ningún caso, así que decidieron pasar al otro plan. Antes de hacerlo se les ocurrió pedir ayuda a sus compañeros del colegio, ya que pensaron que cuantos más fueran más posibilidades de éxito tendrían. Al principio sus compañeros no los creyeron pero accedieron a acompañarlos al bosque y al ver a la ardilla parlante se unieron a ellos y todos se encadenaron a los árboles.
Cuando los leñadores llegaron con sus máquinas les dijeron a los niños que se fueran porque había que cortar esos árboles.
- ¡De ninguna forma!- dijo María. Aquí viven animales y si taláis los árboles no tendrán dónde vivir y morirán.
- Sí, no vamos a movernos. –gritaron todos los demás.
Estuvieron mucho rato hablando sin llegar a un acuerdo pero los chicos no dieron su brazo a torcer y continuaron encadenados a los árboles. La noticia corrió por el pueblo y más gente se unió a la protesta de los chicos.
Finalmente llegó al lugar concejal de medio ambiente del ayuntamiento que al ver todo aquel alboroto ordenó parar la tala de los árboles y prometió que dejarían el bosque tal y como estaba.
Todos estuvieron muy contentos y Pablo, María y Aleix regresaron a sus casas muy felices de haber ayudado a los animales.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Buen trabajo, Laura.
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